¿POR QUÉ NECESITO QUE LA PEDAGOGÍA NO SEA UNA CIENCIA?

Luis Daniel Germer Sánchez

Epistemología: Métodos de Investigación Educativa I

III Promoción, Doctorado en Educación. UPNFM

Quizás sea adecuado comenzar este discurso con la conclusión: Personalmente considero que la pedagogía no es una ciencia. Sin embargo, mi apreciación puede ser falible y con el paso del tiempo, su carga de experiencia empírica y la consecución de una epistemología universal para las ciencias de la educación, mi apreciación se modifique y en las exequias de mi vida rece sobre mi lápida: Pero si, la pedagogía realmente es ciencia.

Siendo así, se carga a Pitágoras hace más de 2400 años con el enunciado que “la filosofía es el amor a la sabiduría”. Seguidamente, a través del tiempo, se ha separado a la filosofía de las ciencias “duras” tomando en consideración que filosofía se encarga de preguntas fundamentales y conceptos generales, mientras que las ciencias en cuestiones específicas y empíricas. A través del razonamiento lógico, la filosofía aborda el conocimiento, la ética y una variedad de temas abstractos alejándose en su análisis de los métodos empíricos basados en la observación y la experimentación.

Por su parte, la pedagogía comparte elementos con las ciencias sociales. Su enfoque específico en la educación y el aprendizaje le confiere características únicas que pueden no ajustarse completamente a todas las concepciones tradicionales de lo que constituye una ciencia. En una definición estricta, la pedagogía es el estudio teórico y práctico de la educación, incluyendo la teoría del aprendizaje, la planificación y gestión educativa, la evaluación, y otros aspectos relacionados con la enseñanza y el aprendizaje.

La pedagogía trata entonces sobre la formación humana, se construye para darle sentido a los objetos implícitos en el fenómeno educativo. Es por esta razón, que ubico a la pedagogía en un asidero más afín a la filosofía que a la ciencia. Esto debido a que tanto filosofía como pedagogía tienen su propio método y enfoque. En consecuencia, a pesar que la pedagogía utilice el método científico y procesos experimentales y cuantificables y se asocie directamente con las ciencias sociales, presenta cualidades que no permiten que se ajuste a la definición de ciencia, los que describo en adelante.

Foucault argumenta en contra de la idea de una «naturaleza humana» fija y universal. Concibe a los humanos como poseedores de una esencia inmutable, estableciendo así cómo las nociones de normalidad, anormalidad y desviación son socialmente construidas (Chomsky y Foucault, 2006).  Este argumento sostiene que las categorías que se utilizan para entender a las personas y los procesos humanos, son productos de contextos históricos y sociales específicos, y están vinculadas a relaciones de poder.

La ciencia con ideología no es ciencia porque se transforma en una doctrina. Las ideologías son prejuicios, por ende, no es ciencia. Tomando esta premisa como ejemplo, deseo abordar desde mi experiencia empírica algunos escenarios en donde se refuerza mi posición sobre la pedagogía como una herramienta de un esquema más grande llamado ciencias de la educación.

Idealmente, la ciencia busca la objetividad y la imparcialidad en la persecución de la verdad y el conocimiento. Pero, en la pedagogía el concepto de objetividad es en el mejor de los escenarios complejo ya que este debe aportar desde un esquema personal. Podría decirse que, si bien la pedagogía estudia paradigmas y se circunscribe a estos, la interpretación de cada uno de estos y su aplicación es personal e influida por esferas de poder.

En consecuencia, a través de los prejuicios, la política y doctrinas de poder, la pedagogía es constantemente influenciada por la construcción humana, al punto que muchas veces, es posible no sintamos esta doctrina e influencia. Sartre (1945) sugiere con el enunciado de “la existencia precede la esencia” la perspectiva de que los individuos no tienen una esencia predeterminada o un propósito fijo en la vida, sino que construyen su propia esencia a través de sus elecciones y acciones. El currículo oculto es un ejemplo de esto.

Me permito presentar un ejemplo basado en una obra de ficción, obra que puede ajustarse a una variedad de contextos empíricos. Remarque (1928) en su libro “sin novedad en el frente” presenta el personaje del profesor Kantorek, hombre patriótico y nacionalista que influye en Erich Baümer y sus amigos para enlistarse en el ejército a partir de una sentida influencia, entusiasmo y fervor nacionalista, al convencerles que la gran guerra es una causa noble y que deben sacrificarse por su país. Quien haya leído esta obra comprenderá en consecuencia la desilusión del protagonista al ver la muerte de sus amigos, la inocencia perdida y la efervescente retórica de un proceso atroz como es la guerra.

Al mismo tiempo, en el siglo XXI, es plausible apreciar como la política influencia de manera directa a la pedagogía y el proceso educativo al censurar libros que potencialmente sugieren una tendencia que se aleje del status quo y línea política del gobierno. Esto trasciende al ámbito escolar. Por consiguiente, para dar un ejemplo claro, la pedagogía en los Estados Unidos pasa por un movimiento anti intelectual que persigue que la juventud se aleje de la lectura para no absorber ideas que critiquen el sistema (Knox, 2020).

Los ejemplos sugieren que la pedagogía puede ser influenciada y prejuiciada por factores como el nacionalismo y la política tanto desde un esquema particular como de estructura gubernamental. En esta línea de ideas pretendo establecer que esta influencia es el equivalente a Popper (1934) y su falsación de los enunciados dentro del pensamiento científico.

Estos ejemplos sugieren como la pedagogía puede ser influenciada para sufragar objetivos de: doctrina política, censura – sesgo de los materiales educativos, discriminación de la enseñanza, omisión de perspectivas, manipulación del civismo y conformación ideológica. En consecuencia, esto distorsiona la educación, destruye la objetividad y limita la exposición de los estudiantes a diferentes perspectivas y conocimientos. Un ejemplo fundamental de esto en Honduras es el enunciado: “Es que en Honduras somos pobres”.

Ahora bien, los humanos estamos construidos de cualidades intangibles, las que son imposible calibrar y medir, pero sabemos que están ahí, que existen y actuamos y construimos la realidad a partir de ellas. Estas cualidades intangibles evitan que la pedagogía presente una aproximación epistémica sólida a consecuencia de esta multiculturalidad. Sin embargo, todas las ciencias sociales carecen de una aproximación epistémica funcional para todas. De hecho, podría decirse que las ciencias sociales tienen en común que trabajan en un collage de paradigmas y esto es simplemente una consecuencia de la naturaleza humana.

La influencia subjetiva sobre la realidad es tal que, hasta nosotros los estudiantes de posgrado nos encontramos influenciados por los prejuicios académicos, véase: de tanta filosofía que existe, sin embargo, estamos influenciados por la filosofía occidental. ¿Cuántas portentosas ideas del Ser podrían rescatarse de pensadores orientales, africanos, indios, etc.? Enrique Dussel, citando a Carlos Salcedo en una entrevista, recuerda que esto es el sucursalismo filosófico, al estilo de alguien abre una sucursal del pensamiento de Kant como quien abre un negocio de refrescos importados (Filosofía, 2023).

Aquí podemos apreciar otra relación de como nuestra propia pedagogía está asociada con prejuicios. De una u otra manera, aquellos que enseñan a través de la pedagogía crítica están prejuiciados hacia la pedagogía bancaria y viceversa; aquellos que siguen a Hegel no comulgan con Schopenhauer, etc.

Entonces, ¿es realmente necesario que la pedagogía sea una ciencia para ser útil a la humanidad? La pedagogía es falsable, y eternamente lo será porque somos millones de historias empíricas en multitudes de escenarios a través del tiempo y el espacio. Nuevamente: La existencia precede la esencia.

Retomando las ideas iniciales y haciendo uso de la inteligencia artificial, ofrezco una definición genérica de filosofía: La filosofía es una disciplina intelectual que se dedica a explorar, cuestionar y reflexionar de manera sistemática sobre preguntas fundamentales acerca de la realidad, el conocimiento, la moral, la existencia y otros aspectos fundamentales de la experiencia humana. Esta definición de filosofía, especialmente el que reza de “aspectos fundamentales de la experiencia humana”, me parecen adecuados para insertarlos en la pedagogía como “aspectos fundamentales del proceso enseñanza-aprendizaje en los humanos”. Así, me parece que se puede estructurar a la pedagogía como el estudio de los movimientos de pensamiento académico que facilitan el aprendizaje efectivo y significativo. Me atrevería añadir afectivo en esta premisa.

Empero, siendo justos y críticos, el enunciado que presento sobrelleva características para la definición de ciencia, particularmente el que “la ciencia es el conocimiento organizado y sistemático”. La pedagogía a través del tiempo ha acumulado abundantes conocimientos, algunos de los cuales son de relativa integridad; por lo tanto, desde esa premisa, la pedagogía sería ciencia.

Yong (2014) sugiere un punto medio interesante para la filosofía-pedagogía-ciencia alrededor que la pedagogía es el enlace para los opuestos entre metafísica y materia práctica, entre teoría de la sustancia y teoría de las personas, entre teoría social y teoría individual, entre teoría del desciframiento y teoría de la comprensión; concluye que no es una ciencia en buena lid, sino que una ciencia inmadura, tomando como criterio que el propósito de la pedagogía es satisfacer la necesidad del espíritu interior y la moralidad del ser humano, que difiere de la ciencia objetiva cuantificada.

Bajo este argumento comento que, de ser una ciencia inmadura o una proto-ciencia, la pedagogía presenta una considerable manipulación con elevado énfasis al salón de clase y la escuela como un fenómeno. Me refiero a este énfasis en el salón de clase a partir de la concentración en actividades como:  mejorar los procesos educativos planificación curricular, estrategias de enseñanza- evaluación-formación docente. A la vez que, la educación tiene un papel fundamental en la preparación y el desarrollo integral de los individuos, así como en la contribución al progreso y la cohesión de la sociedad en su conjunto. De esta manera, parecería que tanto educación y pedagogía serían la misma entidad por su concentrado énfasis en la escuela.

Tanto pedagogía como educación se pierden en su objeto al enfrascarse de forma particular al salón de clase como el espacio donde el aprendizaje existe, evitando así la educación familiar y social (Yong, 2014). Este énfasis al salón de clase me parece además un prejuicio adicional con el que trabaja la pedagogía. O quizás es un nicho en el que subjetivamente la pedagogía se ha acomodado.

En su énfasis al salón de clase y la escuela, la pedagogía se concentra con el método con que el docente enseña, su teoría y la práctica. Hasta esa idea, la pedagogía estaría bien refrendada en su realidad. Pero, la pedagogía está forjada e influenciada por las creencias y falencias del educador dentro del esquema de la cultura, las inteligencias múltiples y las diferentes formas de aprender. De esta forma es sencillo ver ejemplos en donde los sistemas educativos laicos son fracasados desde el salón de clase por maestros de ciencias “creacionistas” que rechazan la evolución y adscriben la religiosidad como un fenómeno tácito a la creación del universo.

Esto sugiere una carencia de sistematicidad y una considerable subjetividad, por no decir además de una supervisión acertada. En un escenario más loable, la pedagogía sugiere una sistematicidad específica que se orienta hacia procesos muy particulares y específicos en aras de dar mejor respuesta a la miríada de opciones que es la mente y sus posibilidades de interpretar el aprendizaje.

No podría desacreditar la pedagogía por ser subjetiva. Mas bien, agradezco que lo sea, ya que sin esa subjetividad intrínseca no existiría el provecho del aprendizaje previo y las relaciones significativas en el aula consecuencia del empirismo personal que conduce a la objetivación del proceso enseñanza-aprendizaje (Vargas, 2019).

Es por esto que el objeto de la pedagogía es diferente del objeto que persigue la ciencia. Todas las ciencias comparten el objeto de comprender el mundo natural mediante métodos sistemáticos y racionales. Por su parte, el objeto de la pedagogía es el estudio y la reflexión sobre los procesos educativos. La pedagogía busca comprender, mejorar y orientar los procesos educativos con el objetivo de promover un aprendizaje efectivo y significativo.

Aquí se puede ver que la pedagogía trata de elementos subjetivos, reflexivos, espirituales y afectivos. Estos elementos no son tratados por las ciencias duras. Empero, el hecho de tocar temas del espíritu humano me hace pensar que la pedagogía es más afín a la filosofía que la ciencia.

Sin embargo, a medida escribo estas líneas, me veo en la disyuntiva de encontrar dentro de la pedagogía enunciados (cuasi) universales que sugieran una carencia de falsabilidad. Obviamente sería complicado encontrar uno en tan poco tiempo y en mi propia naturaleza prejuiciada, porque admito que este ensayo está cargado de un prejuicio particular. Sin menoscabar la intención, siento que he encontrado dos ideas que personalmente considero se acercan a la universalidad o por lo menos, dentro de la falsación, no podría personalmente falsarlas. Sin embargo, mi prejuicio por aceptarlas como universales sería en sí mismo su falsación.

El primero viene del pedagogo alemán Johann Herbart: “Se educa para la perfección entendida como la formación armoniosa de la persona, suministrándole gradualmente las representaciones más oportunas y más susceptibles de agregarse armoniosamente a las representaciones preexistentes, de tal manera que se constituya en una base que permita asimilar con facilidad las siguientes representaciones” (Marín, 2008). En un sentido estricto aduce a la formación para la vida enfocada en el empirismo pasando por la belleza y la significación de los motivos futuros.

El otro enunciado surge de Freire (1992) y establece que: “El educando se reconoce (a sí mismo) conociendo los objetos, descubriendo que es capaz de conocer, asistiendo a la inmersión de los significados en cuyo proceso se va tornando también significador crítico. Más que ser educando por una razón cualquiera, el educando necesita volverse educando asumiéndose como sujeto cognoscente, y no como incidencia del discurso del educador. Es aquí donde reside, en última instancia, la gran importancia política del acto de enseñar”. Este enunciado, lleno de certeza, también viene cargado de una forma u otra de retórica que potencialmente sería falsable para los detractores de la pedagogía crítica.

Un par de párrafos atrás sugerí que este ensayo presenta un prejuicio particular y es en este contexto que deseo extenderlo y ponerlo a la luz. Personalmente, necesito que la pedagogía no sea una ciencia y de esta manera construir influencias particulares hacia lo que deseo interpretar de la realidad y enseñar al mundo como maestro de humanos.

Dentro de la línea académica de investigación y profesión docente, la conciencia ambiental ha sido mi interés. En posgrado trata este tema como tesis y la intención es ejecutar la disertación doctoral en líneas similares. Siendo así, Freire estableció que la educación es un acto político, por ende, está prejuiciado ante la intención particular del docente de influenciar a su audiencia y su necesidad ontológica de ver un cambio en el mundo.

De esta manera, la conciencia ambiental no es algo que se puede enseñar de manera doctrinaria; no se puede enseñar a través de recetas, aula frontal o de “garrote”. Esta aproximación positivista ya fue intentada con la educación ambiental desde la década de los 70´s y en buena parte falló. En parte, el fracaso de la educación ambiental positivista gira en que no se puede enseñar el afecto por un mundo que solo se conoce a través del miedo a la contaminación, agujeros en la capa de ozono y “estampitas de animales”.

Me permito regalar una definición de conciencia ambiental como la percepción y comprensión de la interconectividad entre los humanos y su entorno para sobrellevar los problemas ambientales y la responsabilidad de conservar el medio ambiente para la sostenibilidad de la humanidad en la Tierra.

Para construir conciencia ambiental se necesita de la pedagogía, pero no exclusivamente desde el salón de clase. En la escuela se ha construye una conciencia incompleta. La conciencia ambiental implica una comprensión profunda desde el hogar, el entorno, desde la escuela como “el gran socializador de la niñez” y desde el contexto productivo de la sociedad para superar el capitalismo atroz que derrota la sostenibilidad.

Así, la multiplicidad de sitios en donde debe actuar la construcción de conciencia ambiental sugiere una pedagogía con fuertes cimientos espirituales, basada en el empirismo y una sólida estructura cultural e ideológica adaptada a los contextos ecosistémicos del planeta y sus problemáticas particulares. Al mismo tiempo, esta pedagogía debe estar prejuiciada. Prejuiciada en contra de lo que conocemos actualmente como la normalidad de la sociedad de consumo, la obsolescencia programada y la moda rápida por mencionar algunos excesos de capitalismo.

De esta forma, la pedagogía de la conciencia ambiental se transforma en un acto político por salvar a la humanidad. Y como un acto político debe activar a la colectividad desde el actuar particular del individuo. Es en este contexto en donde deseo dar mi último punto respecto a que la pedagogía no es una ciencia.

La ciencia es trabajada en paradigmas específicos por científicos en sus contextos objetivos. La pedagogía trabaja en paradigmas generalizados por personas comunes y corrientes en contextos subjetivos. Así, la pedagogía internaliza los aspectos humanos del contexto educativo para generalizar el fenómeno. Presenta un considerable componente espiritual, teleológico ontológico y metafísico. La ciencia persigue la verdad como un concepto tácito. La pedagogía va más allá.

Deseo elaborar en este ensayo una especie de fe de erratas para el Daniel Germer del futuro, errata que podría servir de premisa para argumentar el cimiento de que “Pero si, la pedagogía realmente es ciencia”. Si la pedagogía se define como una ciencia, esta es entonces una empresa individual en donde la objetivación del proceso surge de la sensibilidad teórica del docente y su acto político para transformar la realidad y trascender en la enseñanza.

A manera de cierre

Considero que la discusión científica de la ciencia es un ardid epistemológico precioso el que al final de la jornada será interiorizada en la intención subjetiva particular de cada docente y su propósito político que desea impregnar en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, tanto ciencia, filosofía y pedagogía son vagones en el tren que conduce a la humanidad hacia adelante. Si la filosofía surge como la necesidad del humano para dar explicación a la existencia, la ciencia surge para maniobrar la realidad y la pedagogía para transformar al hombre.

Literatura citada en el texto

Chomsky, N. y Foucault, M. (2006). The Chomsky-Foucault Debate on Human Nature. The New Press.

Filosofía. [@finalfilosopher]. (2023, 11 de octubre). Homenaje a Enrique Dussel [Video]. TikTok. https://www.tiktok.com/@finalphilosopher/video/7300078593932020997

Freire, P. (1992). Pedagogía de la Esperanza: Un Reencuentro con la Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI editores, México.

Knox, E. (2020). Books, Censorship, and Anti-intellectualism in Schools. The Phi Delta Kappan. 101(7):28-32

Marín, J. (2008). Planteamiento Epistemológico de la Pedagogía Vista desde el Realismo Científico y Filosófico. Magistro, 2(3):25-37

Popper, R.K. (1934). La Lógica de la Investigación Científica. Tecnos, 7ª edición.

Sartre, J.P. (1945). El Existencialismo es un Humanismo. EDHASA.

Remarque, E.M. (1928). Sin novedad en el Frente. Editorial Claridad, Buenos Aires.

Vargas, G. (2019). Filosofía, Pedagogía y Tecnología: Investigaciones de Epistemología de la Pedagogía y la Filosofía de la Educación. Editorial Aula de Humanidades, Bogotá.

Yong, S. (2014). Pedagogy: An Immature Science on the Basis of System Science. Procedia – Social and Behavioral Sciences 122:525-528

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